MI
RETIRO EN GRANADA
3 de
enero de 1892 (Parte 2 de 2)
Oh Amado mío, dilata mi alma para que pueda comprender toda
la bondad y misericordia, y dame tiempo para que pueda humillarme cuanto requiere
mi bajeza e infidelidad frente a tu suma grandeza y fidelidad. El año nuevo que
comienza con el Primer Viernes de mes, me hace presentir que será un año muy favorecido
por las gracias del Corazón Santísimo de Jesús y me inspira por eso una
ilimitada confianza que me hace abandonarme totalmente en El, y descansar
tranquilamente en El como un niño en los brazos de su madre.
El
demonio me pone delante espantosas dificultades, conflictos, desgracias,
disgustos, etc., pero ¿de qué temeré? Ocurra lo que ocurra, yo cerraré los ojos
y no levantaré la cabeza del Corazón de Jesús, dejando que piense en todo y
responda de todo mi legisladora y gobernadora, la Virgen Inmaculada. Me
guardaré bien de desconfiar por las siniestras sugestiones del enemigo, para no
ponerme en peligro de que Jesús y María me abandonen a mi flaqueza y ceguera,
que me precipitaría en un abismo de miseria y de verdadera desgracia. Apoyada
en mi Amado, ninguna adversidad podrá desviarme; apoyada en mí misma caeré por
mi propio peso. Oh Jesús, Jesús, Amado de mi alma, soy tuya; por tu pura
misericordia me has elegido; ay, poséeme enteramente y no permitas que yo me
aleje lo más mínimo pensando en otro que en Ti. Confío en Ti totalmente, Jesús
mío, me abandono y no desconfiaré nunca de tu gracia, porque Tú has dicho: Qui per fidem vicerunt regna, operati sunt
iustitiam, adepti sunt repromissiones. In Deo meo transgrediar murum. Dominus
protector vitae meae, a quo trepidabo? Si consistant adversum me castra, non
timebit cor meum: si exurget adversum me praelium, in hoc ego sperabo. Secundum
multididinem dolorum meorum in corde meo consolationes tuae laetificaverunt
animam meam (Salmo 27,1-3).
No hay comentarios:
Publicar un comentario