MI RETIRO EN MI
CUMPLEAÑOS
Julio 1901
(Segunda parte)
El Instituto
también lo confío a Vos, es vuestro, pues Vos lo fundasteis sirviéndoos del
mísero instrumento de esta pobre sierva vuestra. Vos, pues, que sois la Fundadora,
sed también la Madre. ¡Custodiad esta vuestra herencia!
Nosotras somos
vuestras hijas. ¡Oh Madre tierna!, aconsejadnos Vos, guiadnos Vos por el camino
recto, para que cumplamos siempre la bella y celestial misión que hemos
recibido en la tierra, es decir, amar con todo el corazón, con todas las
fuerzas, a nuestro amantísimo Esposo Divino.
Guiadnos Voz, ¡oh
Madre dilecta!, y haced que todo lo que nosotros hagamos vaya siempre dirigido
al amor de Jesús, que el fin único y último sea siempre el amor de Jesús y la
gloria de su Divino Corazón.
¡Ah, haced, oh Madre
mía!, que, a semejanza vuestra, amemos tanto a Jesús que nuestros corazones formen
como un coro armonioso que con prontitud compone y ejecuta las más bellas
melodías celestiales, mediante la fidelidad de la
observancia y el cumplimiento de todos los sacrificios que Dios se digne
exigirnos.
¡Ah, haced, oh Madre mía!, que en este Instituto,
que es vuestro, se pueda con verdad y con las obras repetir por cada Religiosa:
“Yo amo a Jesús”, y que, en efecto, se ame a Jesús haciéndole continuo ofrecimiento
del propio corazón, con todos sus afectos, y latidos, y ternezas; que Jesús sea
todo para nosotras en la tierra y en el cielo; El solo el objeto de nuestra
mente, de nuestra alma, de nuestra esperanza, de nuestra alegría.
Haced, ¡oh Madre dilecta! que el caro Jesús nos llene las potencias del
alma, los sentidos del cuerpo, las fibras del corazón; nos posea, en suma,
interna y externamente.
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