El hermoso día de la Inmaculada de
1903
MI RETIRO ESPIRITUAL EN SEATTLE,
WASH (Tercera parte)
¡Oh mi dulce Jesús!, yo quiero
vivir siempre como un niño, en la verdadera sencillez de mi corazón, y con esa
sencillez buscarte siempre.
La sencillez y el abandono en Ti
serán mis robustas alas, con las cuales podré volar siempre hacia Ti,
sobrevolando las miserias de la tierra y lejos de todos los enemigos de la
perfección religiosa.
Siempre que se quiera, se puede
encontrar la soledad incluso entre los hombres, conservando la paz y el
recogimiento del corazón, estando unidas a Dios y siempre ocupadas de Él.
Es necesario estar siempre penetradas
del sentimiento de la Divina presencia, cumpliendo al mismo tiempo todos
aquellos deberes que la Divina presencia ha impuesto a cada una por medio de la
obediencia.
No creáis ser rechazadas por Dios
cuando experimentéis disgusto en servirlo, pero haced lo que haríais si
experimentaseis placer en su servicio.
Manteneos humildes, dependientes,
pequeñas y como anonadadas bajo la mano de Dios, para no querer sino lo que Él
quiere de vosotras, y haced una felicidad de lo que Él quiere de vosotras, incluso
en medio de las mayores angustias y opresiones.
Dios quiere que vayamos a gozarlo
en el cielo y por eso tiene prisa por purificar nuestras almas con penas que
muchas veces son las más acerbas y las más humillantes. O esto en la tierra o
un ardiente purgatorio más allá. ¿Qué os gusta más?
…
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