Uno de los días más hermosos que
ha habido
El hermoso día de la Inmaculada de
1903
MI RETIRO ESPIRITUAL EN SEATTLE,
WASH (Cuarta parte)
Nuestro Salvador oculta sus
perfecciones divinas a nuestros ojos en el Santísimo Sacramento para no
deslumbrarnos, pero hace sentir a nuestros corazones la profundidad de su
inmensa humildad para obligarnos a imitarla. Pidamos al Corazón sacratísimo de Jesús
que cambie la frialdad de nuestro corazón con respecto a Él por un ardiente
ansia de amarlo, de agradarle y de poseerlo.
Decid a menudo al Corazón
sacratísimo de Jesús que anime vuestra fe con una viva impresión de la Divina
presencia y que haga que vuestro corazón la reciba con respeto, como a su Dios;
con confianza, como a su Salvador y Esposo, y con amor, como a vuestro amoroso
Padre.
Para nosotros es una gran
desventura tener tan poca prisa por contentar a Jesús y tanta languidez en
servirlo. ¡Oh mi caro Jesús!, si Vos queréis, podéis sanarme. ¡Hacedlo, por
piedad!
…
No hay comentarios:
Publicar un comentario