lunes, 6 de marzo de 2017

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 34





SEGUNDO RETIRO

15 febrero, 1º de Cuaresma

Debo humillarme mucho delante de Vos, oh Jesús mío, porque soy tan ciega que no conozco en mí ningún defecto, mientras que sé descubrirlos tan bien en mis Hermanas; me arrepiento de ello, mi dulce Jesús; sé que soy una miserable pecadora, capaz sólo de ofenderos; os pido humildemente perdón y os prometo velar de continuo para no disgustaros nunca. Sí, Jesús mío, me someteré a cualquier sufrimiento antes que cometer el más mínimo pecado venial.
Vuestro amor, oh Jesús mío, me ha penetrado en estos días tan a fondo, que no sé ya cómo expresaros mi reconocimiento.
Ligadme a Vos y hacedme quedar muda de estupor ante tanta bondad vuestra.
Oh Jesús mío, mi Esposo querido, te amo mucho, mucho, y con todo mi corazón, que siento deshacerse por Ti. Pero haz, por favor, que sea amor verdadero y duradero y que el demonio jamás me engañe.
Y Vos, dulce Madre mía, María Santísima, a quien tanto debo, ayudadme a ser verdadera hija, digna de Vos y toda entera del amado Jesús. San Miguel, continuad combatiendo por mí, por mi alma y por todos los asuntos del Instituto. Siento pena, Jesús mío, por no poder ayunar ni tomar aceite o comer de vigilia, mas Vos lo queréis y yo someto mi juicio a quien me habla en vuestro nombre, ofreciéndoos el vivo deseo que siento de mortificarme por amor vuestro, y entretanto aceptar los sufrimientos corporales que Vos me enviáis y los morales, que siento aún más por mi vana delicadeza. Sí, oh Jesús mío, lo sufro todo con mucho gusto por tu amor para satisfacción de mis pecados, de todas mis infidelidades, y para la conversión de todos los pobres pecadores, y, en particular, con el fin de obtener el verdadero espíritu religioso para toda esta Congregación y la gracia de poder construir aquí una iglesia para el bien de todas las almas que están a nuestro alrededor y para las cuales imploro, oh Jesús mío, tu preciosa Sangre. Sálvalos, oh Jesús mío, te lo pido con fervor.
Me horroriza, oh Jesús, el pensamiento de una larga agonía y de los asaltos y turbaciones que me podrá traer el enemigo infernal, y esto me quite a veces la paz; pero comprendo, a la luz de tu Corazón Adorable, que el dejarme así sorprender es una falta de verdadera confianza en tu poderosas ayuda. Sí, Jesús mío, desde ahora en adelante nada temeré, confiándome plenamente a tu socorro omnipotente y abandonándome totalmente a tu dulcísimo Corazón. Si ahora me ofreces tu ayuda con un amor entrañable, ¿no me la ofrecerás en la hora del conflicto extremo? Sí, Jesús mío, creo en tu promesa y confío totalmente en Ti.
Prometo, pues, pleno abandono en el Corazón de Jesús, tanto en lo referente a mi espíritu como al éxito de todos los asuntos del Instituto que estoy aquí tratando.
La mayor diligencia posible en la práctica de las obras de piedad.
Sentimientos de reconocimiento por las ayudas especiales que me vienen de Dios infinito por los méritos de mi amado Jesús, de mi amorosa Madre María y de mis Abogados especiales.
No exteriorizaré mis sufrimientos internos, sino que mostraré siempre igual alegría por deber de la Regla y para edificar a la Comunidad.
Todo por Jesús, todo con Jesús, todo en Jesús y para su amantísimo Corazón, en el que deseo se disuelva el mío y se pierda totalmente.








































Is 50,7
Rm 8,31+
1Co 1,9
2Tm 2,13











Rm 11,36



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