MI RETIRO ESPIRITUAL EN GÉNOVA
El 9 de noviembre de 1893 (Parte
2 de 2)
En la penosa
aflicción de estos días Tú, oh Jesús, me has prohibido terminantemente
afligirme, y tu prohibición ha sino bálsamo para mi pobre corazón porque te has
dignado añadir que Tú sabes por qué permites esto y el bien que puedes derivar
en beneficio del Instituto, para que pueda corresponder a tus designios. Tu voz
es potente, Jesús mío, y el seguirla produce tal paz, tal suavidad, tal gozo,
que el alma queda toda inundada. Oh sagrado océano de santo Amor…, yo me
sumerjo toda en Ti. Oh mar de inmenso gozo, quía como quieras, cual piloto
soberano, mi barquilla y transpórtame adonde quieras, para que pueda servir y
consolar de algún modo a tu divino Corazón; de lo demás no me preocuparé, ni
temeré nada siendo Tú el que me mueve.
1.
Para recibir bien la impronta de Jesús y
conformarnos a Él en la meditación de su vida santísima, es preciso preparar
antes nuestra alma, como hace el fotógrafo, que reproduce con mayor perfección
la figura de la persona que está delante si ha preparado bien en el papel los
ingredientes necesarios al efecto. Todas las potencias deben ocuparse en la
meditación, pero es preciso que estén bien preparadas. Fe viva, humildad
profunda, amor ferviente de santos afectos.
2.
En el camino de la perfección hay que andar con
gran humildad y sencillez, sin preocuparse demasiado de ver si avanzamos, y
abandonándonos ciegamente, con fe y confianza, a los cuidados del Corazón
adorable de Jesús, sin retroceder nunca. La hija no puede perecer en los brazos
del Omnipotente.
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