jueves, 8 de marzo de 2018

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 81


Para la fiesta del Espíritu Santo
(Primera parte)

La oración y el silencio interior son de extrema necesidad para el alma, la cual, ocupada exteriormente por mil preocupaciones, busca hablar, ver, oír y darse a demasiadas cosas, aunque sean buenas; es necesaria para tomar ese descanso místico que sirva para restaurar la debilidad que las ocupaciones le habían causado, y adquirir nuevas fuerzas para obrar de modo espiritual como verdadera esposa de Jesucristo.

En el silencio y en el reposo se asimila bien la palabra y la inspiración divina, y esto sirve para hacernos robustas, fuertes y animosas y avanzar así a grandes pasos por el camino de la verdadera virtud.

Si yo me ocupo sólo de cosas externas, por buenas y santas que sean, seré débil y enfermiza, con riesgo de perderme si me faltan el sueño reparador de la oración y si no intento descansar y dormir tranquilamente en el Corazón de mi amado Jesús. Dame, oh Jesús, en abundancia este sueño misterioso, para que poseyéndolo sea menos indigna de tu herencia: la gracia, la virtud, la perfección y la santidad.

El alma abandonada perfectamente en los brazos del Omnipotente no desea ni gusta ya las cosas de la tierra, no se alegra más que en Dios, y cualesquiera que sean las disposiciones de la Providencia sobre ella, como se ha abandonado por amor, experimenta en aquellas disposiciones un gozo purísimo, porque la naturaleza no toma parte, y en su pureza es excelente. Encuentra ese gozo inefable que corre a torrentes deliciosísimos en su corazón, siendo semejante dentro de lo posible, en esta tierra de destierro al gozo que experimentan los bienaventurados del cielo al cumplir puntualmente la santa, amable, adorable voluntad de Dios.





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