lunes, 11 de octubre de 2021

Hna. Matilde - Episodio 4: "Matilde docente" (Segunda parte)

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Matilde también ejerció la docencia en la escuela de Capilla del Monte. Allí fue maestra y directora. Pero la escuela no fue su límite.

"...también daba catequesis. Me comprometí mucho con la pastoral de la parroquia; ahí daba catequesis y preparaba para los sacramentos. Lo que quiero decir es que siempre, además de la misión que me era asignada, me proyectaba hacia afuera, pero nunca sola: las maestras, las alumnas, como en Villa Mercedes, y las exalumnas, se comprometían con la pastoral también”.


Aquí, nuevamente, la voz de la Santa Madre se hace carne en Matilde:

“Este interés es el resultado natural del afecto particular que les tengo, como hijas predilectas de la gran familia que el Corazón de Jesús ha confiado a mis cuidados. Más que en el terreno en el que, junto con mis hijas, estoy llamada a sembrar la buena semilla de una sólida educación cristiana, YO LAS CONSIDERO COMO COOPERADORAS NUESTRAS, DESTINADAS A ESTAR JUNTO A NOSOTRAS EN LA GRAN EMPRESA DE LA SALVACIÓN DE LAS ALMAS" (Viajes; Desde Nueva Orleans, mayo de 1904; Carta a las ex alumnas del magisterio de Roma; pág. 509-510).

A finales de 2015 se reunió en la Casa Regional de Argentina un grupo de exalumnas. El motivo fue celebrar los 50 años de haber terminado el ciclo primario siendo alumnas de Matilde. Fue un encuentro cargado de emoción. Esas chicas que ella vio pasar por las aulas, jugar en los patios, llorar por cuestiones infantiles, aprender con entusiasmo, ahora son mujeres, madres y en algunos casos, abuelas. Muchas también, fueron maestras y profesoras en los Colegios del Instituto, pero nunca, de este grupo numerosísimo, salió una vocación.

"... esa es una de las cosas que pienso con frecuencia. De todo mi trabajo pedagógico y pastoral a través de los años, no surgió una sola vocación. Sin embargo, de entre las exalumnas, surgieron muchas vocaciones laicas. Las hay todavía trabajando acá, en Buenos Aires, en la Pampa, en Roque Pérez. Son chicas, mujeres que se pusieron al frente de la catequesis en parroquias y en colegios. En esa reunión con las exalumnas les dije: ustedes son parte de mi vida como maestra y como misionera. Yo rezo siempre, siempre (y eso también se lo debo a Madre Serena), por el fortalecimiento en la fe de aquellas que he tenido como alumnas. Madre Serena me decía siempre: ‘el fruto se ve después. Ahora hay todo un clima de rebeldía. No quieren ir a Misa, se resisten... es con el tiempo que vamos a poder ver los resultados’. El poder vivir el espíritu misionero dando catequesis, tanto en los colegios como en las parroquias, y también mi vocación como maestra, lo sentí como una siembra. Miraba a estas mujeres que fueron mis alumnas en primer grado. Las observaba mientras se celebraba la Eucaristía y se notaba que eran mujeres de fe. Algunas con sus cosas, claro, los problemas de la vida, pero en la mayoría pude ver que aquello que había sembrado tantos años atrás, aún quedaba".

Una alumna de la escuela de Matiguás, Aidalina González, que después de terminar el ciclo escolar trabajó con Matilde, rememora:

"Me causa alegría recordar a esta mujer que nos formó y nos forjó para ser transformadores sociales. Ella ha sido en este pueblo, pilar fundamental para la expansión del Reino de Dios. Los que estudiaron y trabajaron en el Colegio durante los años ochenta comprenderán muy bien esto que digo. Fue una época de grandes cambios y ella nos preparó para ser personas completas de verdad, con valores éticos y morales, y nos dio herramientas para ser ciudadanos y profesionales de fe y exitosos".

 

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