jueves, 28 de octubre de 2021

Hna. Matilde - Episodio 7: "Matiguás" (Primera parte)

 

Al norte, en el departamento de Matagalpa, a 180 km. de Managua, está Matiguás. Enclavada en la llanura, en las primeras estribaciones de la Cordillera Dariense, era en los años 80, una zona de frontera peligrosa y con combates permanentes. La ciudad tendría por entonces unos cinco mil habitantes.

La revolución sandinista había entrado en Managua el 19 de junio de 1979 para terminar con la sangrienta dictadura de la dinastía Somoza. Hoy vemos que Daniel Ortega resultó un fraude, tan sanguinario y perverso como el peor de los dictadores, pero en esa época, la esperanza estaba puesta en él que, de uno u otro modo, era una de las cabezas del movimiento. A partir de ese mismo año, Nicaragua se había transformado en terreno de experimentación de una modalidad de lucha llamada "guerra de baja intensidad". Este era el nombre dado por la administración Reagan desde los Estados Unidos, aliados de las dictaduras centroamericanas a ese tipo de conflicto. La guerra de baja intensidad consistía en establecer embargo económico, cerco diplomático y agresiones militares. Violencia y destrucción eran los elementos básicos. Por otro lado, las Fuerzas Sandinistas de Liberación Nacional habían inspirado su movimiento en el tipo de lucha implementado por Fidel Castro y el Che Guevara en Cuba; este movimiento revolucionario basaba su fuerza en la lucha armada rural y en la subestimación de la resistencia urbana.

Estos sistemas siempre acarrean para los pueblos que los padecen, enormes costos en vidas humanas, agudización del sufrimiento de los más pobres como resultado de la pérdida progresiva de la economía autóctona y problemas de abastecimiento de todo tipo a causa del bloqueo. Al pueblo de Nicaragua el enfrentamiento armado le costó más de 50 mil muertes, la destrucción de gran parte de su estructura y la obstaculización del desarrollo que la revolución quería impulsar.

Matiguás fue una de las poblaciones que se vio más afectada. La producción cafetera prácticamente se perdió, y la lechera, que era otra de sus magras fuentes, desapareció.

La Comunidad del lugar se había formado ya. Las Hnas. Felicia y Gloria trabajaban en la evangelización, y Nieves, como enfermera, estaba a cargo de la parte de salud.

La congregación de sacerdotes regenteaba el Colegio San Francisco. Durante la revolución, cayó una bomba y destruyó casi la totalidad del edificio; el fuego se llevó los libros de administración, los registros y todo quedó en medio de un desastre. Fue entonces cuando los sacerdotes le pidieron a las Misioneras del Sagrado Corazón que se hicieran cargo del Colegio mientras ellos comenzaban la construcción de un nuevo edificio.

Colegio San Francisco de Asís en Matiguás

Los católicos del lugar eran casi todos partidarios somocistas, también lo eran los profesionales. La comunidad de los franciscanos estaba, evidentemente, dividida. El que más cercano estaba al pueblo pobre y a los ideales de la revolución era un cura italiano llamado Mauro Iacomelli, comprometido a fondo con la lucha social.

Fue en esa época cuando Matilde llegó a Matiguás. La habían destinado como superiora de la comunidad y para que asumiera la dirección del Colegio.

Las Hermanas de la región, en ese momento liderada por la Hna. María Barbagallo, consideraron la situación y decidieron que lo conveniente sería darle al colegio una orientación agraria. Ya habían tenido la experiencia en La Inmaculada de Diriamba. Así nació el CBP, Ciclo Básico de Producción, con especialidad en ganadería.

La zona era rica en la producción de café, pero el suelo arcilloso nunca había permitido el crecimiento de una buena pastura. A pesar de eso, algo podía hacerse con la cría de ganado vacuno.

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