MI RETIRO EN LOS SANTOS
EJERCICIOS
El día de San Ignacio 1891
(Primera parte 1-5)
San Luis, patrono especial de este retiro, en memoria de su centenario
y el reconocimiento de la protección que me ha demostrado. María Santísima, Madre
y maestra de esta soledad, extiende su manto para acogerme a mí y a todas bajo
su vigilancia y dirección especial, y mi cobija con su presencia santísima para
que pueda agradar a Jesús y recibir la impresión de su divina gracia y el
regalo de todas las virtudes. Mi ángel custodio sea el guardián de la soledad y
el consejero en toda circunstancia. San José, San Francisco Javier, San Miguel Arcángel
intercedan por mí y suplan mi gran miseria, que tan indigna me hace de los
favores celestiales. Todo a la mayor gloria del Corazón Santísimo de Jesús.
Dios es mi dueño absoluto porque me ha creado y me conserva y me presta
ayuda. Oh gran dicha mía, ser sierva de Dios, toda suya, irrevocablemente suya.
Él piensa en mí y yo me abandono en su infinita bondad y misericordia con
indecible gozo de mi alma.
Él es mi dueño y debo servirle. Oh felicidad inmensa. Yo puedo servir a
Dios y Él se digna aceptar mi humilde servicio. Esto me estimula a un gran
fervor y entrega, a una alegría celestial. Yo me abandonó a Él totalmente; Él
puede purificarme y hacerme digna de realizar todo con gran fidelidad.
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son mis tres Dueños y, por tanto,
me poseen absolutamente: yo pertenezco a ellos. Oh inmensa delicia. Tú bajas
del cielo a consolarme así. Oh mi Dios y mi todo. Oh mi Bien y mi todo. Oh mi
delicia y mi todo. Oh todo mi Bien. Hazme digna de Ti. En Ti me abandono con
todo el ímpetu de que has hecho capaz mi alma.
Debo mantener una gran fidelidad en la observancia de las adiciones propuestas
por San Ignacio en los Santos Ejercicios. De la observancia de las mismas se
seguirá, como consecuencia, una más íntima unión con Dios.
De la consideración del pecado debo sacar un sentimiento de profundísima
humillación y anonadamiento por tantas infidelidades mías, con las cuales he
ofendido y disgustado grandemente a mi amado Jesús, el amantísimo Esposo de mi
alma.
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