martes, 12 de septiembre de 2017

Camino de Formación Cabriniana del Centenario - Anexo 1 (Nuevo texto)




Tal como habíamos anticipado, seguimos enriqueciendo el Camino de Formación Cabriniana "Centenario".
En esta oportunidad, les compartimos un texto de la Hna. María Barbagallo, que incluimos en el Anexo 1: "Celestial Patrona de los Emigrantes".



Francisca  Javier  Cabrini
Una santa entre los emigrantes

La figura de Santa Francisca Cabrini está hoy emergiendo con mayor fuerza porque es la Santa Patrona de todos los emigrantes. De hecho, nuestro tiempo está experimentando un dramático flujo migratorio e inmigratorio en todas partes del mundo. Y quizás sentimos la necesidad de tener una santa como Madre Cabrini, que nos infunda el coraje y la genialidad que junto a su santidad fueron sus características.
Pero la figura de Madre Cabrini no es solamente una figura que nos pueda consolar, es una figura – estímulo que nos enseña cómo el ser cristiano no es una situación cómoda y tranquila. Es una lucha, un combate contra las fuerzas del mal que, también en su tiempo, se desencadenaba contra aquellos principios morales que eran más o menos vividos también por el pueblo. Luego las consecuencias más graves la sufrieron los emigrantes, ciertamente era una razón más para combatir con las fuerzas del bien. La secularización, junto muchos aspectos positivos, en su forma más degenerativa llevaba a la gente a perder las prácticas de la religión y por eso a conducir una vida privada de significados válidos.
Esta situación denunciada también por la Iglesia. “En estos últimos tiempos se ha hecho de todo para levantar un muro de división entre la Iglesia y la sociedad civil. En la constitución y el gobierno de los estados, no se tiene en cuenta (para nada) la autoridad del derecho sagrado y divino, en el intento de excluir, toda influencia religiosa en la convivencia civil.” (León XIII, Annun Sacrum). Este mismo Papa había convencido a Madre Cabrini de cambiar su rumbo misionero. Ella, en realidad, deseaba ir a China y, como sabemos, cuando Monseñor Scalabrini le hizo conocer la situación de los emigrantes italianos, fue León XIII a darle coraje diciéndole: “No al Oriente, sino al Occidente” y Francisca aceptó y no pensó más en la China; había comprendido que el proyecto de Dios para ella era ése.
La preocupación de Madre Cabrini era la misma que la del Papa León XIII. También el pueblo se estaba alejando de la fe y no era sólo una cuestión religiosa, las personas perdían el significado profundo de la vida y la calidad de la convivencia civil se deterioraba. Su trabajo por los emigrantes fue ciertamente con la finalidad de devolver la esperanza y la dignidad de su pueblo y hacer que se reconozcan los derechos de los más débiles, a defenderlos contra los prejuicios y la marginación, pero fue también y sobre todo un compromiso para reafirmar los valores cristianos que se estaban perdiendo. Así escribía a las alumnas del Magisterio de Roma: “El mundo de hoy que parece que retrocede a grandes pasos hacia el paganismo es una vergüenza, ante el progreso gigantesco en las ciencias, en el comercio; ha olvidado el valor de la oración y ¡cómo no la conoce más! Y esto sucede porque, con un sentimiento pagano, el hombre se ha hecho un dios de sí mismo y de las criaturas, y ha perdido la noción de las relaciones entre las personas y de aquéllas que deben existir con Dios” (Madre Cabrini, “Viajes”, Edición 1957, Pág. 298).

En sus largos viajes transoceánicos, en los barrios más pobres de las grandes ciudades norteamericanas, en los hospitales, encontraba a miles de italianos; hombres desconfiados que habían soñado con el bienestar, obligados a trabajos pesados. “… Aquí – dice Madre Cabrini – a los trabajadores italianos les son reservados los trabajos más pesados…” Encontraba a mujeres ocupadas en las tareas más humildes de la ciudad y se preocupó para que fueran adecuadamente instruidas y formadas, y niños por las calles que aprendían las trágicas maneras de la supervivencia, y comprendió que su estrategia pastoral debía ser la educación en todo nivel.
Por esto abrió escuelas, pupilajes, orfanatos y centros de asistencia y se atrevió a fundar hospitales para que los italianos pudiesen expresar su malestar, en su propia lengua y así tuvieran un tratamiento médico adecuado. Sus criterios educativos estaban siempre más orientados a formar buenos cristianos y buenos ciudadanos.” Madre Cabrini tenía la certeza de que, de hecho, la educación pudiera ser el medio privilegiado para dar una base ética y cristiana a la sociedad. Con la escuela le fue posible dar respuestas significativas a una sociedad que veía la inmigración de los italianos como la invasión de una masa de ignorantes en búsqueda de dinero o un salvoconducto de sus problemas. Madre Cabrini demostró que el trabajo serio y responsable de los inmigrantes, la educación cristiana y moral que se impartía a sus hijas era una riqueza cultural y económica para el país de acogida.
¿Por qué sobre todo la educación? Porque no era suficiente hablar o efectuar algunas entrevistas sobre la gravedad de la situación: era necesario educar, formar, hacer un llamado a la conciencia de las personas, provocar un cambio profundo de mentalidad no sólo en los italianos que debían dar una nueva imagen de sí mismos, pero también en los ciudadanos que los hospedaban, en las instituciones, en las personas que gobernaban. Las batallas más duras de Madre Cabrini las combatirá en las oficinas, en Italia y en el extranjero, en las Curias con los Arzobispos, en “Propaganda Fide” en el Vaticano, en las visitas a políticos, administradores, gobernantes, banqueros, Obispos, párrocos y Cardenales… Quiere no sólo suscitar interés por el problema sino una nueva mentalidad hecha de respeto, de aceptación, de implicancia y, sobre todo, de acciones concretas.
Hoy quisiéremos tener el rostro misionero de Santa Francisca Cabrini que fundamentó su pedagogía evangelizadora en el Amor al Sagrado Corazón de Jesús, del cual supo depender para recibir la fuerza y las gracias necesarias para afrontar las contradicciones que la realidad le ponía de frente. La fuerza de la fe le fue fundamental para contribuir a la humanización de las estructuras sociales y para responder a los desafíos de su tiempo. El mensaje de Madre Cabrini es sustancialmente éste: partir del Corazón de Cristo para llegar al corazón de la humanidad.


Sor María Barbagallo, M. S. C.



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