El sueño de la misión en China
Sueño de Dios
Como querer explicar el amor,
como querer abrazar el perdón,
como sentirse embriagar sin alcohol
y navegar en un rayo de sol.
Con alma de niño llegar hasta el fin
jugarse la vida en el Reino de Dios
con ojos atentos al clamor y al dolor
de los que Cristo hoy puso junto a mí.
Como contar una historia de amor
en la que Cristo reinó con pasión,
nada más simple que decir:
“ya no soy yo, es Cristo quien vive en mi”
Francisca Cabrini, un sueño de Dios
Francisca Cabrini, mujer del Señor
Francisca Cabrini, hoy canto por vos
Francisca Cabrini, milagro de amor
El mundo es pequeño para anunciar
a aquél que nada guardó para sí,
sin darle la tregua a la adversidad
confiando que todo lo puedes en él.
Sentirse un puente que lleve a Dios,
a aquellos que hoy caminan por aquí,
dejándose amar por el que es el amor,
poniéndose en marcha a la meta final.
Como contar una historia de amor
en la que Cristo reinó con pasión,
nada más simple que decir:
“ya no soy yo, es Cristo quien vive en mi”
Francisca Cabrini, un sueño de Dios
Francisca Cabrini, mujer del Señor
Francisca Cabrini, hoy canto por vos
Francisca Cabrini, milagro de amor
Después de la muerte de Madre Cabrini, su sucesora Madre Antonieta Della Casa, quiso hacer realidad el sueño de Chequina (Cecchina = Madre Cabrini) abriendo una misión en China.
Hna. Antonieta Della Casa |
Seis fueron las Hermanas favorecidas para la misión.
Partieron desde el Pacífico para fundar, el domingo 19 de septiembre de 1926. Llegaron a Shanghai el 6 de octubre y a Kashing (a 18 Km de Shanghai) lugar destinado para la nueva misión, donde abrirían una escuela Normal.
Había que aprender a escribir y hablar en
chino, aprendizaje que les llevaría muchos meses, mientras tanto prepararon el
edificio para la escuela y residencia de futuras estudiantes.
En China reinaba un clima de turbulencia ya que
los soviéticos, invadiendo algunas zonas, habían expulsado a varios católicos y
protestantes.
Llegadas las vacaciones de un mes, las Hermanas
propusieron enseñar inglés, pintura y música. Muchas fueron las jóvenes que
aprovecharon ese ofrecimiento; inclusive una jovencita diplomada en docencia
pidió ser aceptada como postulante.
En abril de 1927 fueron amenazadas y obligadas
a estar en un hospital, sirviendo en cualquier menester; situación que
favoreció su celo por misionar y aliviar a muchos enfermos. Luego de siete
meses fueron liberadas y entonces se dedicaron a amueblar y acondicionar el
edificio para iniciar la actividad escolar con alumnas externas e internas.
Asumieron profesores chinos y agregaron al programa: arte, pintura, dibujo,
música, canto, poesía, labores femeninas, bordados, materias que, Madre Cabrini,
hacía que las candidatas aprendieran desde el noviciado, según las capacidades
de cada una, además de otras materias pedagógicas o relacionadas con la salud y
así estar preparadas para las tareas misioneras.
Como les estaba prohibido enseñar religión,
organizaron grupos de formación periodística, tanto para jóvenes católicas como
para jóvenes paganas.
En 1930 dada la intensidad del trabajo que
demandaba la misión, desde USA la Madre General les envió 7 Religiosas con
buena preparación.
En julio de 1931 abrieron un dispensario médico
y un ambulatorio con medicación y farmacia para atender a las sin número de
personas muy pobres y con muy malos cuidados de salud. Se creó en la localidad
de Wei – Hwei – Fu. Aquí aparece la Madre Blanca Belloni quien era maestra ya
al ingresar al Instituto y, luego de profesora, estudió farmacia; la Madre
General le hizo estudiar de enfermera al designarla para la misión de China y,
estando en la misión, viendo la necesidad de tratar enfermedades de la vista y
no habiendo quien lo haga en toda la zona, hizo el curso de oculista; esta
preparación le permitió realizar ciertas curaciones de todo tipo y hasta
pequeñas intervenciones de cirugía, lo que le valió que la gente del lugar la
llamara “La hermana doctora”. Así escribía en una carta dirigida a la Madre
General:
“… la mayoría (de los que
vienen al dispensario) son pobrísimos,
ricos sólo de suciedad por falta de limpieza. Hay personas que están tan sucias
que para descubrir sus llagas, hay que aplicarles previamente, paños con agua
tibia una media hora o recomendarles que se laven y presenten al día siguiente
para medicarlos. ¡Pobres chinos! Cómo podrían ser más limpios que sus negros
chanchos cuando el alimento, la habitación y la higiene son comunes e iguales…
Todos duermen en el mismo cuarto: burros, cabras, perros, gatos, gallinas,
conejos y miles de insectos; todos viven en perfecta sociedad; hay lugar para
todos y para enfermedades comunes…
Ahora apareció una epidemia de malaria en todos,
grandes y chicos, hace unos días es imposible proveer de quinina, no sólo
porque es muy cara, sino porque los vendedores ya no tienen provisiones. La
gripe (influenza) ha atacado a muchos, en general por el clima que de 10º por
la noche, durante el día llega a 30 y hasta 35º…
¿Cómo proveer de medicinas necesarias? ¿De
telas limpias para vendar tantas llagas y muy profundas? ¿Cómo aliviar tantos
sufrimientos?... Son 200 y hasta 300 enfermos por día que hoy hay que atender.
No faltan cirugías de emergencia; una mujer fue llevada en un carrito con un
absceso muy profundo desde hacía dos semanas y con un viejo bisturí que traje
de Nueva York, pude extirparlo y aliviarla… De julio a diciembre se atendió a
5.000 personas y se dieron 250 bautismos…”
En 1935 se puso ampliar la misión de Chang –
Teh – Fu donde, a pesar de muchas dificultades, funcionaba una Escuela
Particular elemental y superior, un gimnasio, misión y catequesis (fuera de la
escuela).
En 1937 la guerra entre China y Japón era
inminente y las tropas estaban ya cercanas.
Con todo las Hermanas rinden cuentas de sus
logros misioneros ante el Obispado y ante nuestro Instituto, entre otros
aparece que en 5 años se ha dado:119.429 atenciones médicas con medicinas, mini
cirugías y atención ambulatorias y de enero a julio: 1804 bautismos a niños y
mucho más de adultos.
También ya varias jóvenes pidieron ser
admitidas como postulantes entre las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús.
A causa de la guerra fueron expulsadas,
debieron abandonar la misión y refugiarse en Wei – Hwei – Fu, porque además el
8 de noviembre de 1937, una gran bomba había caído cerca de la casa de las
Hermanas, pero además por la tarde otra bomba destruyó parte de nuestra
Escuela; sí con niñas heridas pero no muertas.
Pasados 5 meses y conquistada la ciudad por las
tropas japonesas, los habitantes hicieron una protesta popular para que
regresaran las Hermanas, situación que les fue concedida.
Las tropas comunistas se habían retirado
llevándose todo lo que en la casa había de comestible y medicamentos.
La guerra había llegado también a la misión de
Kasching y las Hermanas debieron huir, refugiándose en la Misión Católica de
Zopufan. Terminadas las batallas, regresaron y encontraron destruida su
escuela, sólo una parte se pudo reconstruir como para reiniciar las clases y
reabrir el dispensario. A la escuela la llamaron “Escuela que hace honor a la
verdad”. Madre Blanca con el dispensario era especialista en: mientras curaba
el cuerpo curar también el alma y pacientemente esperaba la hora en la que Dios
llegaba y hacía su obra. Así escribía la Hermana Blanca:
“La hora de la tribulación que
pasa China, lejos de disminuir el trabajo del apostolado, lo intensifica
siempre más y lo hace fecundo con óptimos frutos… Son muchísimos los que piden
ser cristianos, después de haber pasado por nuestra misión o por el
dispensario. Les gusta rezar y soportan con paciencia sus grandes penurias para
poder merecer la Gracia del obtener el premio eterno del Cielo”.
La celebración de la Beatificación de
Madre Cabrini sólo pudieron celebrarla el 10 de septiembre de 1938 en Wei –
Hwei – Fu. En esta ocasión como se habían propuesto como homenaje a Madre
Cabrini, el 13 de noviembre recibieron el Bautismo: 92 catecúmenos. (Se habían
prometido 100 Bautismos como homenaje a Madre Cabrini). En esa época lo urgente
para la Iglesia era bautizar a los paganos.
Por la escasez de medicamentos, las Hermanas de
USA se los mandaban por encomienda, junto a otros elementos: ropa, alimentos,
etc.
Así escribía Madre Charitas Moscato, Superiora,
el 10 de enero de 1941: “La guerra continuaba siempre más violenta.
Esperanzas, miedos, desánimos se alternaban en nosotras. El 15 de julio de1941,
Italia se alió con Japón contra China, reconoció el Gobierno colaboracionista
de Nankino, constituido bajo el escudo de los japoneses: desde ese momento los
Misioneros fueron considerados enemigos de la China y las reacciones no se
hicieron esperar”.
Nuestras misiones continuaban sus tareas a
pesar de la inseguridad reinante, y seguían dando informe de las misiones a la
Madre General: “En Wu – an, 120 huérfanas; 80 externas en continuo aumento, 4 religiosas,
ayudadas por 11 jóvenes de la Santa Infancia, de las que ahora 6 son novicias y
5 postulantes.
En Chang – teh – fu: escuela preprimaria,
primaria y superior con 285 alumnas, de las cuales 76 son pupilas y escuela
media con 46; Catecumenado femenino con escuela para adultos; sociedad “Hijas
de María”, Sociedad del Rosario, para las más pequeñas; Club Cabrini para las
exalumnas y alumnas presentes, cuyas funciones eran de cooperar con la
propagación del Evangelio y acercar al buen Dios a sus familias que en la
mayoría eran paganos; Dispensario diario; iniciación de un taller donde las
jóvenes con sus labores puedan ganar algo y un pequeño patio separado que
llamamos leprosario, en el que tenemos a una anciana refugiada que es medio
loca.
Oh, querida Madre, todo esto con 7 Hermanas;
una de ellas Madre Blanca que atiende el dispensario, es la guarda – ropera,
ecónoma, Asistente y ahora también Superiora…
En Chang – teh – fu se trató de reorganizar,
entre miles de complicaciones, el hospital de oculista y atención
otorrinolaringológica, pero meses después debieron suspender las actividades
porque al Sacerdote que asumía responsabilidades lo llevaron prisionero.
Por esta época se dio en toda la zona alrededor
del Río Amarillo, en Honan, una gran sequía agravada por mangas de langostas y
conejos roedores que exterminaron toda cosecha, sus pobladores emigraron por
todas partes limítrofes y sufrimos las consecuencias…”
Del 13 de septiembre al
25 de octubre 3 de nuestras Hermanas quedaron prisioneras en su propia
residencia, con la prohibición de salir, pero la liberación se dio porque se
convencieron de que la actividad que ejercían era exclusivamente de caridad.”
Durante toda guerra fácilmente se genera odio,
rabia, violencia, venganza, mala información y además falta de todo.
Se dan largas filas para obtener artículos de
primera necesidad y las mismas personas que están puestas para garantizar el
orden, con frecuencia se enriquecen con la indigencia de los demás.
En Kashing las Hermanas, con serias
dificultades, pero habían retomado la actividad escolar, mas continuamente las
visitaban los de la Gendarmería japonesa, hasta que al final obligaron a varias
Hermanas a salir de la China porque pertenecían a países que se habían declarado
contrarios a su país. Las primeras a repatriar fueron las de América. La Madre
Magdalena Paladini (argentina) el 18 de marzo de 1943 fue llamada por los
japoneses y avisada de que el día 27 debía partir. Le permitieron que fuera
acompañada por otra Hermana Hasta Shanghai y allí estuvo prisionera en San Muyo
hasta su partida.
En ese mismo año, nuestra casa la tomaron como
lugar de prisión, clavando las puertas para evitar que salgan. Después de unos
meses las Hermanas fueron liberadas.
En 1944 y con graves dificultades reabrieron la
escuela de Kashing, pero dado el clima de inseguridad con frecuencia dejaban de
asistir tanto las alumnas como las profesoras. El Obispo trataba de sostener
económicamente la misión, pero justo el 14 de noviembre, día de la fundación
del Instituto, fueron asaltadas, robándoles 5.000 dólares. Los militares se
apropiaron de todo: de un terreno que las Hermanas compraron para reconstruir
la escuela en Shin – ti – fan, del huerto y de un corral de los animales que
Madre Gesuina cuidaba para asegurar algo para comer, junto a una precaria
despensa. Ella reclamaba al Comandante, quien sólo mediaba prometiéndoles
paquetes de arroz.
El bombardeo de Hiroshima y de Nagasaki en
agosto de agosto de 1948, hicieron que de pronto terminara la guerra Chino –
japonesa, dejando que nacionalistas y comunistas se disputaran posición
ventajosa.
En ese mismo año la guerra civil entraba en
todo su furor y duró casi tres años, con la derrota nacionalista. Durante esos
tres años nuestras misiones continuaron entre amenazas, esperanza, progresos y
retrocesos. La Iglesia jerárquica reordenó sus diócesis estableciendo nuevos
obispados y hasta una internunciatura.
Ahora los comunistas proclamaban la liberación
de China de sus enemigos: bandidos, latifundistas de las mentalidades feudales,
del imperialismo extranjero, de las supersticiones.
La guerra civil había comenzado a hacer estragos.
En Chang – teh – fu y en Wei – hwei – fu
estaban en estado de sitio. Madre Charitas Moscato, Superiora y delegada de la
Madre General viajaba entre Kashis y L´Honan, iba a Kasching, Shanghai para
preparar la partida de algunas Hermanas, de Italia o América, llamadas por sus
respectivos consulados. El año 1947 concluyó bastante bien. Pudieron iniciar
las clases y concluirlas normalmente.
La canonización de Madre Cabrini fue ocasión
para celebrarla con alegría y optimismo, hasta de acuerdo y por deseo del
Obispo, asumir una escuela funcionando en Wimpo, a pocos minutos del mar.
Misión que no durará demasiado tiempo.
El año 1948 terminó con todas las celebraciones
propias del año escolar: diplomas, festejos, discursos, fotos; pero en
diciembre un periódico daba una noticia alarmante: “se dice que los comunistas
están cerca.”
La Superiora General, Madre Antonieta Della
Casa… sí veía de buen grado el gran deseo de las Hermanas de ser útiles en esa
situación de guerra, e incerteza en China, creía que continuar con la misión,
por el momento era imposible. Envió varias cartas a Madre Charitas exhortándola
a que haga lo imposible para que todas las Hermanas salgan de la China, aún las
mismas chinas si así lo prefieren.
Así le escribía en 1948, 20 de febrero Madre
Antonieta Della Casa: … “pero tengo una gran pena en el corazón al
saber que están separadas dos o tres en cada misión y con gran peligro, menos
allí en Kasching donde Ud. está tranquila mientras deja a las otras hermanas
expuestas al peligro más grave, al hambre, a la muerte. ¿Por qué no se preocupa
de reunirlas a todas allí con Ud.?”
En Europa las noticias de las avanzadas de los
comunistas y por las tantas historias dramáticas que provenían clandestinamente
de la Unión Soviética, manifestaban claramente que era imposible que con el
comunismo pudiera compartir o por lo menos con cierta tranquilidad, vivir el
catolicismo.
Y en otros párrafos de la misma carta se lee: “he
pedido a los prelados… a los Padres de las misiones en el extranjero,
información fehaciente y me dijeron que en estos momentos no se puede hacer
nada, absolutamente nada, que los comunistas avanzan masacrando todo: que son
heroísmos inútiles. De esperar tiempos mejores… Ud. Madre Charitas no ponga
excusas. Salve a sus hermanas. A todas.”
“5 de febrero de 1949. Madre Charitas empezó a
dar los primeros pasos para obtener el Visto Bueno de los Consulados… Madre
Valentina y Madre Emmanuelle llegaron a Shanghai después de un desastroso viaje
hecho sobre la carbonera de un tren y además lloviendo. Estas Hermanas
partieron para USA el domingo 13 en el barco “Island mail Washington.” Carta de Madre
Charitas.
Así con más o menos penurias, una a una, fueron
partiendo con la pena de dejar desamparada cada misión.
Era el año 1951. Las últimas fueron dos
Hermanas chinas a quienes por ser tales, les ponían miles de dificultades para
entregarles sus respectivos pasaportes.
Así después de 25 años de zozobras, luchas,
desafíos pero también la alegría por haber proporcionado a esos hermanos
nuestros, los chinos, mucho bien material y espiritual, las hermanas, puesta la
misión en manos del Buen Dios partieron sí con penas, pero seguras de haber
cumplido con el querer de Dios.
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