MI RETIRO EN LOS SANTOS
EJERCICIOS
5 de agosto de 1894 (Parte 3 de
4)
Meditaré con
mucho orden según las adiciones de San Ignacio. En el cuerpo de la meditación
me abandonaré plenamente al Espíritu Santo, dejándome guiar a donde Él quiera,
por el espacio que quiera, pero concluyendo siempre con resoluciones útiles,
enérgicas y con serio examen. El que hace la meditación según el método de San
Ignacio no puede tener distracciones deliberadas. El que está con todas sus
potencias delante de la Majestad divina es imposible que pueda pensar en otra
cosa. Sumergíos en vuestro Dios en santa contemplación y abandonaos plenamente
en El. El Espíritu de Dios baja a nosotros con gran suavidad, nunca con
estrépito. El espíritu de agitación es siempre espíritu luciferino.
Hacer la
voluntad de Dios en todo y siempre, negándose a sí mismo y sometiéndose a la
obediencia de todas las santas reglas.
Amaré las
humillaciones y me alegraré de tenerlas, dando gracias a Dios por un don tan valioso
que mucho ayuda a mantener el alma en su justo equilibrio. Temeré cuando pase
algún tiempo sin tenerlas y se las pediré a Jesús.
Trataré de
dominarme a mí misma en toda circunstancia, siempre para poder con la ayuda de
mi Amado llegar al perfecto despojo, para hacer así poseída absolutamente por
mi Amado.
No hablaré
nunca de mí misma, salvo con mis superiores, a los que descubriré el bien y el
mal con gran sencillez.
Tendré siempre
la cara alegre, y para lograr esto, que no siempre responde a mi carácter, aún
sin dominar, intentaré sonreír cuando se me presenta una persona, especialmente
con las Hermanas, a las que yo venero y quiero estimar profundamente como Esposas
queridas de Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario