MI RETIRO EN LOS SANTOS
EJERCICIOS
5 de agosto de 1894 (Parte 1 de
4)
Bajo la directa vigilancia y
protección de la Virgen Santísima, mi dulce Madre de las gracias y fundadora
del Instituto. Todo a la mayor gloria del Corazón Santísimo de Jesús.
Siento, oh
Jesús mío, una necesidad extrema de este santo retiro, un deseo grande de
recogerme toda en torno a Ti, sin otro pensamiento que me distraiga. Quiero
olvidar todo en estos santos días, aun los intereses más importantes del Instituto
y de la Misión que están pendientes, para sumergirme en tu Divino Corazón,
Jesús, para recibir nueva gracia, nuevo aliento, nuevas luces, para discernir
lo que Tú quieres de mí. Habla, Señor, tu sierva escucha y está ansiosa de
seguir fielmente tus indicaciones. Soy pobre y miserable, llena de defectos,
pero deseo ardientemente enmendarme. Purifícame, Jesús, con una gota de tu
preciosa sangre; hazme hermosa, digna de Ti, oh inmensa belleza, oh pureza
inefable, porque deseo ponerme delante de Ti como una tela blanquísima, para
que vuelvas a mí tu hermoso rostro y puedas formarme así sobre tu modelo. Oh
Jesús, te amo mucho, mucho, me siento consumir por Ti de amor; pero soy
demasiado indigna de estar unida contigo. No puedo sufrir el estar separada de
Ti. Hazme, pues, digna; sólo Tú puedes hacerlo; di una sola palabra, dirígeme
una mirada y quedaré sana y bella y verdaderamente digna, digna de Ti.
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