lunes, 25 de diciembre de 2017

¡Feliz Navidad!








“Mientras se encontraban en Belén,
le llegó el tiempo de ser madre;
y María dio a luz a su Hijo primogénito,
lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre
porque no había lugar para ellos en el albergue”

(Lc 2,6-7)







Nace en un pesebre: en lo más bajo,
para que no haya caída al fondo de la cual no nos está esperando,
en el fondo de la cual no podamos volver a elevarnos con él.

Nace al margen: para que nada quede fuera de él,
para que lo central no sea el centro sino lo abrazado por Dios,
para que no haya lugar que sea externo a él.
Nace al margen,
al margen de todo lugar donde se debe nacer
para que no haya marginado que no esté cerca de él,
para que no haya margen que lo separe de ningún ser,
para estar al lado de los que nacieron como nació él;
los que viven como él nació,
los que son dejados afuera por los que tenemos un lugar en la sociedad,
los que tenemos puertas para cerrarles a los que son como él fue.

Elige la debilidad como camino porque elige la humanidad,
la realidad humana,
porque quiere darse desde nuestra realidad.

No es un Dios que se abaja,
es un Dios que acompaña.

(Fragmento de: Hugo Mujica, “Kenosis, sabiduría y compasión en los evangelios”).



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