lunes, 26 de diciembre de 2016

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 29






MI RETIRO



En los Santos Ejercicios, 24 sept. 1885 (continuación)


Fiesta de la Inmaculada
36.   ¡Cómo arrebata la belleza de María Inmaculada! ¡Qué fulgurante es! Oh mi hermosa Madre, embelleced mi pobre alma con vuestras maravillosas virtudes.
Corazón de Jesús amantísimo, os ofrezco la belleza del Inmaculado Corazón de María para obtener misericordia, perdón total de todos mis pecados. Oh cuánto deseo complaceros, amado Bien mío, y qué pena me da el verme tan miserable y lejana de Vos por mis deméritos… Mirad los méritos infinitos de María, no mi maldad, y atraedme toda, toda, a vuestro dulcísimo Corazón. María, tened piedad de vuestra hija, que en Vos plenamente confía, y obtenedme esta gracia singular.
37.   Siento deseo vivísimo de humildad, y para obtener esta preciosa gracia la pido a Vos, Madre mía Inmaculada, en esta gran solemnidad, segura de que me la concederéis para que pueda de verdad agradar a mi Jesús. Y vos, Beata Alacoque, que me habéis inspirado pedir esta virtud importante para la verdadera y constante unión con Dios, suplicad a María que la obtenga del Corazón de Jesús para mí.
38.   Dios me pide la fidelidad a algunas pequeñas reglas; por eso me vigilaré a mí misma para ser verdaderamente observante, a fin de agradar a su amantísimo Corazón.
39.   Al Corazón de Jesús le agradan las pequeñas mortificaciones y yo las buscaré en todo, pero especialmente en el ejercicio del silencio, callando una palabra que tantas veces deseo decir, una ocurrencia, una novedad, etc.
40.   María Santísima no puede ver la necesidad del alma devota sin acudir en su ayuda. María de las Gracias, soy vuestra hija; socorredme, ayudad a mi alma, ayudad al Instituto por vuestra Concepción Inmaculada. Bendecid a todas estas religiosas de hecho, dignas del título de Salesianas Misioneras del Divino Corazón de vuestro Hijo amado. Madre mía, sed mi Madre y salvadme.
Último retiro del año
41.   Una mirada penetrante de mi Jesús me hace ver como en imagen todas mis faltas de fidelidad, me hace conocer toda mi miseria para que aprenda a desconfiar cada vez más de mí y confiar plenamente en su ayuda, y abandonarme totalmente y a menudo en su amantísimo Corazón.
42.   Oh sí, mi amado Jesús, encerradme totalmente en vuestro Corazón como en un castillo; haré todas mis cosas exteriores porque es mi deber, pero no me dejaré absorber nunca por ninguna de ellas hasta perder ese suave pensamiento fijo que quiere tener continuamente en Vos, en vuestra santísima unión que forma mi cielo en el destierro que me dejáis.
43.   También este año me concedió Dios gracias especialísimas para mí y para el Instituto, gracias que tienen algo de milagroso; por eso, ¡cuánto debo agradecer al Altísimo! Pero ¿qué os ofreceré yo, pobre de mí? Dios mío, os ofrezco el Corazón de Cristo que se hizo todo mío, os lo ofrezco de modo particular en el Santo Sacrificio de la Misa, y por medio de Él os ruego echéis un velo sobre todo cuanto veis en mí de desagradable para vuestra Divina Majestad.
44.   Deseo inmensamente ser una víctima pura y digna de Dios. Corazón amantísimo de Jesús, ayudadme en toda ocasión, y especialmente cuando veis que soy flaca en la virtud y cuando las pruebas me parecen demasiado amargas y duras para mi debilidad. Margarita Alacoque, a ti también estoy consagrada; ayúdame a superar mis flaquezas, porque quiero agradar siempre al Altísimo y hacer que pueda posar su divina mirada sobre mí. ¡Jesús! ¡Jesús mío!
45.   Juzgaré siempre bien de todo, no haciendo interpretaciones sobre las obras ajenas que no me parezcan buenas cuando se trata de personas que están fuera del Instituto.
46.   Antes de emprender alguna obra del Instituto me formularé esta pregunta: ¿será del agrado del Corazón amantísimo de mi Jesús?
47.   Reflexionaré sobre el bien que hacen tantas almas buenas e Institutos para avergonzarme de lo poquísimo que hago y de las imperfecciones que hay en todas mis obras. Haré como la abeja, que vuela sobre cada flor para recoger el elemento más precioso y formar así la miel, dejando la sustancia mala e inútil para su trabajo, y como San Antonio, que recorría la Tebaida para extraer de cada uno las más bellas virtudes con que adornar la vida.
48.   Oh Corazón de mi Jesús, si Vos no me ayudáis yo siento que se me caen los brazos, pero no quiero desagradaros con mi desconfianza y por eso nuevamente me abandono en Vos y en mi beata Margarita, que lo debe hacer todo por mí. Acoged, amado Jesús, la opresión de mi alma, que no puede más, y unidla a vuestro ofrecimiento en el Huerto de los Olivos. Oh Jesús, Jesús mío…, salva a tu pobre esposa, que aun estando llena de defectos siento que te ama con todo el ímpetu del alma, dispuesta a todo por servirte del modo que tú quieras. El Instituto, Jesús mío, es obra de tu Corazón. Haz de él lo que Tú quieras con tal que sus miembros te sean gratos.






































































Ef 4,15














2Co 2,14+








Mt 26,39
Mc 14,36
Lc 22,42



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