lunes, 12 de diciembre de 2016

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 27


MI RETIRO


En los Santos Ejercicios, 24 sept. 1885


El Corazón de Jesús, María, José y Francisco de Sales me ayuden a sacar provecho de ellos, a fin de alcanzar ese estado de perfección que Dios exige de mí.
1.       Dios no falla nunca con su gracia, sino que la da siempre en medida suficiente para corresponder a las luces que nos concede para nuestra perfección.
2.       A ninguna cosa, o circunstancia, o cargo o persona, debo inculpar si no vivo perfectamente, sino sólo a la mala voluntad que abusa del libre albedrío.
3.       Dios me ha creado para sí y mi pensamiento debe estar siempre fijo en Él; ay de mí si lo detuviera siquiera un instante con complacencia en las criaturas o en sentimientos vanos.
4.       Debo espiritualizar todo a fin de vivir la vida de la verdadera Esposa del Corazón de Jesús. Sólo los animales pueden vivir una vida material que atiende únicamente a lo que cae bajo los sentidos.
5.       Debo querer lo que Dios quiere de mí, ni más ni menos, en toda hora, en todo momento, y quererlo realmente del modo que él quiere, y no permitir, por tanto, a mi corazón afligirse, entristecerse en las distintas circunstancias de la vida aun cuando parezca que todo está perdido.
6.       En las tribulaciones, en los desprecios, en las vejaciones, debo procurar considerarlos como los medios más aptos para mi último fin, medios pensados y elegidos por Dios desde la eternidad.
7.       Debo reflexionar con frecuencia sobre la sublimidad de la vocación religiosa para estar agradecida al Corazón Santísimo de Jesús por esta gracia, que puedo considerar como una nueva creación.
8.       Feliz aquel día en que el Altísimo, con un rayo de su gracia, me dijo: –Sal de tu tierra y de tu familia, y vete a la tierra que yo te mostraré.
Tierra feliz será, oh Dios, la vida religiosa, que realmente mana leche y miel, a la sombra de vuestra tienda, donde podrá gozar esa íntima unión con Vos que es el cielo en la tierra.
9.       Nada había en mí para merecer tan sublime gracia como la vocación y, sin embargo, la bondad del Corazón Santísimo de Jesús quiso otorgármela por encima de todo, apelando no a su severa justicia, sino sólo a su misericordia, que de otro modo no hubiera podido dármela; por eso, cuánto debo agradecer a ese Corazón del amantísimo Jesús y cómo debe parecerme todo peso ligero y toda pena suave, cuando se trata de procurarle un poco de gloria mediante el Instituto, verdadera tierra de promisión.
10.   Debo proponerme alguna práctica especial cada día en reconocimiento del don de la vocación, y desde ahora desearé que todas mis penas cotidianas y los tristes sucesos que muchas veces me oprimen el corazón sean prenda de gratitud para el Corazón Santísimo de Jesús.
11.   A tal fin, procuraré tener siempre el rostro alegre y no manifestar a los otros la tristeza de mi alma, para ofrecer un holocausto menos indigno a Aquel que, siendo feliz en sí mismo, deja el cielo, por decirlo así, para amarme a mí, su criaturilla miserable.
12.   Debo cultivar continuos afectos de reconocimiento hacia mi buen Jesús, que en toda mi vida me ha colmado de beneficios muy grandes y muy misericordiosos.
Hoy, a la luz del Corazón de Jesús, veo todas las ayudas especiales, los gestos singulares de bondad con que me ha rodeado siempre, y me viene espontánea la más ferviente gratitud; pero debo sentirla también en la aridez y en la oscuridad, y aunque me parezca estar abandonada de Dios, prometo hoy para siempre rebatir semejante pensamiento como sugerido por mi enemigo para llevarme al desaliento e impedirme el poco bien que podría hacer.
13.   Debo familiarizarme cada vez más con el pensamiento de la muerte, que me ayudará a caminar en todas las cosas directamente a Dios.
14.   Rechazaré como sugerido por el demonio el temor de que Dios me vaya a abandonar en el momento de la muerte, porque esto desdice de esa bondad infinita que el Corazón de Jesús me ha mostrado y por la que debo sentir constante gratitud.
15.   En las pruebas de la vida debo procurar a toda costa conservar viva la confianza en el Corazón Santísimo de Jesús para no caer en el desaliento. El que confía debidamente no se desanima nunca.
16.   La falta de confianza deshonra a Dios porque indica que Dios nos ha fallado, cuando esto es imposible; somos siempre nosotros los que fallamos y los que ponemos impedimentos a las operaciones de la gracia; por tanto, de ahora en adelante, en lugar de desconfiar, tendré una humilde confianza, segura de que cuanto más reconozca mi miseria, más extenso será el campo donde podrá obrar la bondad del Altísimo.
17.   Prometo, Dios mío, hacer todo del mejor modo posible para complacer a vuestro amabilísimo Corazón, y si alguna vez inadvertidamente faltase, mediante esta promesa quiero resarcir a vuestro amor vilipendiado y hacer tantos actos de humildad y adoración cuantas hayan sido mis faltas. Aceptad, amantísimo Jesús mío, cada deseo mío que por vuestra bondad despertáis en mi alma, cada impulso que me dais como verdaderos actos de tiernísimo amor de vuestra verdadera Esposa.
18.   [1]










1Pe 5,10







Sab 11,25
Sab 11,26



1Co 2,14


Jb 23,10



Jb 36,15
Jb 36,16









Gn 12,1+


















2Co 9,7
Hb 2,16+




























1Tes 5,23+


















[1] En el texto editado pasa del párrafo número 17 directamente al párrafo número 19


No hay comentarios:

Publicar un comentario