lunes, 27 de septiembre de 2021

Hna. Matilde - Episodio 3: "Villa Mercedes, San Luis" (Cuarta parte)



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Matilde no se dio por vencida; se siguió moviendo, averiguando, buscando. Hizo todo lo que hubiese hecho "una buena madre" por su hijo. También ella estaba temerosa, pero no perdió las esperanzas, ni bajó los brazos.

"Seguí buscando hasta que, por fin, encontramos en el conurbano, en las afueras de la capital, un médico traumatólogo que, a su vez, era también médico en el Senado de la Nación y atendía en traumatología de un hospital de la provincia. Allá lo llevamos a Humberto. Este médico lo revisó cuidadosamente y cuando vio la curvatura de columna vertebral de Humberto, salió del consultorio y llamó a todos los demás médicos residentes. Lo expuso casi desnudo y le explicó a esos médicos jóvenes que las piernas de este muchacho eran sus brazos, que por eso se movía como lo hacía, impulsándose con las extremidades superiores y arrastrando el resto del cuerpo. La columna tenía la forma de un signo de interrogación y les explicó que, por cómo se las ingenió para moverse, desarrolló mucho la parte superior, el tronco y también los pulmones. Es por eso que podía respirar normalmente. Explicó también que la entrada normal de aire a los pulmones permitía que fuera posible operarlo. Si el oxígeno en sangre no hubiese sido suficiente, no se habría podido intervenir".

Matilde iba y venía de Villa Mercedes a Buenos Aires para ocuparse más de cerca de Humberto. Eso nunca significó que descuidara su trabajo misionero, pero empezaron los rumores y las acusaciones falsas. Como siempre que ella ha sentido, y no fueron pocas veces, que había algo que impedía que su trabajo pastoral fuera todo lo eficiente que debía ser, después de rezarlo mucho, tomó una decisión. En ese momento, la Hermana Albina Visigalli era la superiora de la comunidad. Matilde habló con ella y le dijo que no iba a permanecer allí con esa situación conflictiva; le pidió dinero para el pasaje y le avisó con determinación, que se volvía a Buenos Aires. No era su estilo trabajar en condiciones adversas y menos aún, en desavenencia con algunas hermanas de la misma comunidad. Tenía responsabilidad con el grupo que había conseguido formar y quería dejar todo muy en claro. Reunió a las pupilas, les explicó la situación y no sin lágrimas, emprendió su regreso a Buenos Aires. Su destino fue entonces, la comunidad de Santa Rosa Caballito.

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