lunes, 6 de septiembre de 2021

Hna. Matilde - Episodio 2: "Período de formación" (Segunda parte)

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Dios siempre pone en el camino personas y acontecimientos que tal vez, en el momento, no vemos como providenciales pero que finalmente, terminan siendo determinantes. Lo providencial, en este caso, fue una enfermedad en los pulmones que empezó a molestar a Matilde.

"Me enfermo. Era el año 1950 y a raíz de esa enfermedad, me mandan a Capilla del Monte. Había estado teniendo problemas de pulmones y me quedé ahí dos meses y medio. Pasé todo el verano. Allí conocí a Madre Teresa, misionera de alma y también de la época en la que la Santa Madre todavía vivía. Ella fue la que empezó a llevarme a misionar entre la gente y eso fue como un nuevo abrirse de mi vocación. Se despertó en mi un gran amor por la misión y sobre todo, por los pobres".

Capilla del Monte

En el interior de la joven religiosa empezó a vislumbrarse lo que años más tarde, las Hermanas capitulares dejaran plasmado en las Constituciones.

"Como Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús debemos abrirnos a todos, porque Jesús acogió a todos y por todos se entregó. Sin embargo, Él mostró siempre predilección por los marginados, los débiles, los desarraigados para hacer que todos los hombres se sientan hermanos, Hijos de un mismo Padre" (Constituciones, Misión, Punto 17).

Madre Teresa me llevaba a visitar a los enfermos; a la misión de Ongamira; iba con ella de un lado al otro y pude sentir entonces el entusiasmo verdadero de ser misionera. El contacto con esta Hermana y su amor por los pobres despertó en mí el auténtico deseo de misionar. Ese fue mi despertar misionero, justamente en Capilla del Monte y conviviendo con las Hermanas de esa comunidad y como ya dije, principalmente con la Hermana Teresa.

"Fue una época difícil; parecía que todo estaba mal visto por el temor a que se relajara el espíritu del Instituto. Se tomaba la parte del cumplimiento estricto de las Reglas descartando todo lo referido al contacto con la gente. En un cierto sentido, se empezaba a perder el espíritu misionero".

Ya Madre Serena Pennaroli se lo había dicho a Matilde y le había aclarado que todo lo que estaba pasando era por temor, y no por mala voluntad.

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