Colegio Sagrado Corazón, Villa Mercedes |
El próximo destino de Matilde fue el
Colegio Sagrado Corazón de Villa Mercedes, San Luis. Villa Mercedes era en ese
tiempo poco más que un pueblo, ubicado a 730 Km de Buenos Aires y a 90 km del
límite con la provincia de Córdoba. De la capital de la provincia, la ciudad de
San Luis, la separan 97 Km. El Colegio había sido fundado en 1901 bajo la
mirada atenta de la Santa Madre (ver Epistolario, página 573-585)
La situación geográfica hacía
indispensable que además de la enseñanza a nivel primario, talleres prácticos
de costura y cocina, se habilitara también un internado que albergase a niñas
de las localidades circundantes que no tenían posibilidad de recibir educación
con orientación religiosa en sus lugares de origen. Con el tiempo, se abrió
también el nivel secundario (1962). La comunidad inicial estaba formada por
siete hermanas y la demanda de incorporación al colegio era tanta, que fue el
primero en incorporar docentes laicos.
Matilde llega y le encomiendan el
pupilaje. Tiene, además, a cargo un grado y da matemáticas en el secundario. Es
este su primer trato directo con adolescentes y con todo el potencial y la
energía que en este período de la vida las jóvenes transmiten.
Matilde sintió que era una cantera
con la que se podía contar para salir a misionar, para estar y ponerlas en
relación con el pueblo y sobre todo, con los más necesitados. La acción tendría
un doble propósito: formar el espíritu de las muchachas en el contacto con las
necesidades de las personas y llevar ayuda efectiva a quienes la necesitaran.
La primera incursión misionera la
hacen en una zona conocida como Barrio Criollo, a unas quince cuadras del
Colegio. En el barrio funcionaba una escuela pública. Matilde hizo gestiones y
consiguió permiso para que, una vez terminada la jornada escolar a partir de
las cinco de la tarde, fuera posible usar las aulas para dar catequesis. Allá
fue con algunas alumnas y pupilas. Muchos adultos querían recibir los
sacramentos y los chicos que concurrían a la escuela se quedaban después de
clase para asistir a la formación religiosa.
Con el tiempo, y ya encaminado el
trabajo pastoral, se sumaron los padres Franciscanos. Empezaron a celebrar la
Eucaristía en un garaje pequeño y con piso de tierra que les facilitaba una
familia con ocho hijos.
El trabajo pastoral empezó a dar sus
frutos. Muchos recibieron el sacramento del bautismo e hicieron la primera
comunión. El grupo encabezado por Matilde estableció un vínculo muy estrecho
con la gente del lugar.
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